El medio es el mensaje. Reivindicamos nuestro derecho a escribir libros de todo género: ensayo, narrativa, poesía, memorias... y colgarlos en la red tal cual, tan auténticamente prescindibles como cuando fueron concebidos, con la misma urgencia y tosquedad con que fueron redactados, con el mismo vacío de contenidos con que osamos ponerlos "al alcance del mundo". Detestamos a los editores, los correctores, los profesionales del gremio, porque son un incordio y a veces un obstáculo para nuestra libérrima expresión. Somos como aquel poeta alucinado que escribía sus ocurrencias en las servilletas de los bares y defendía con el vigor de la ginebra que su arte era muy valioso porque también era auténtico. Quizás, no lo niego, los habrá más cautos, un poco más prudentes: los que lanzan sus libroides en las plataformas digitales siendo conscientes de su poca sustancia pero con una esperanza remota: puede que cuele; total, tantos libros infumables han tenido éxito en el transcurso de las últimas décadas que uno más no sería nada extraño.
Queremos el derecho a quererlo todo y a intentarlo todo. A ser jueces de todo. A criticarlo todo y decidirlo todo. Eso es democracia. Eso es la cultura democratizada. Pero después nos quejamos de que nuestros políticos sean unos chapuzas y nuestra cultura, por lo general, una basura. Nos reímos de que hayan nombrado ministro de cultura a un periodista tertuliano de programas de cotilleo, sin reparar en que un tertuliano de programas de cotilleo es a lo más que puede aspirar la irrelevancia de nuestra amada cultura de las masas. Un roto para un descosido.
Buenos días y feliz domingo.
**
0 comentarios :
Publicar un comentario
Aceptamos y respetamos todas las ideas y argumentos. No se admitirán comentarios ofensivos, expresados con grosería o escritos en apócopes sms